sábado, 17 de agosto de 2013

POR QUÉ NOS PONEMOS MORENOS?

El bronceado es un sistema de defensa de la piel. Cuando los rayos del sol o de aparatología artificial (como el solarium) inciden directamente sobre nosotros, nuestro organismo responde con una sustancia llamada "melanina", que reacciona y se constituye en una barrera dérmica (en la piel) que evita que esa radiación penetre mas allá y  cause mayor daño, lo que hace que nuestra piel vaya cogiendo color progresivamente conforme nos vayamos exponiendo a dichas radiaciones.
Esto explica, por ejemplo, que las personas de áreas tropicales tengan la piel más oscura que la de áreas sub-tropicales o polares, por la diferente exposición que tienen a la radiación solar, y la necesidad de mantenerse protegidos de la misma.

La melanina es producida por los melanocitos en la capa basal de la epidermis, donde transforman el aminoácido tirosina en esta sustancia pigmentante.
El proceso de formación de la melanina se denomina melanogénesis, y se produce en el estrato más profundo de la epidermis y en las células de la matriz del folículo pilosebáceo.
La producción de melanina se estimula cuando la radiación ultravioleta (rayos UV) daña nuestro ADN celular; es decir, cuando nuestra piel se expone al sol o a aparatología bronceadora.

Su trabajo es el de absorber los rayos UV, produciéndose una reacción química que oscurece la piel. Las propiedades químicas de la melanina la hacen un fotoprotector muy eficiente. Absorbe la radiación ultravioleta nociva y transforma la energía en calor inofensivo a través de un proceso llamado “conversión interna ultrarrápida”.


En los humanos la melanina se encuentra en la piel, el pelo o en el iris del ojo, entre otros lugares. Y aunque, generalmente, todos poseen concentraciones similares de melanocitos en su piel, se producen variaciones en algunos individuos y entre los diferentes grupos étnicos. En este último caso, la genética interfiere pronunciadamente, confiriendo una mayor o menor concentración de melanina en la piel. Una persona blanca produce melanina en escasa cantidad, mientras que en una persona de raza negra, los melanocitos se dedican a producir grandes cantidades.
Algunos individuos carecen de melanina (albinismo)o poseen concentraciones mínimas de ella, lo que hace que estas personas no dispongan de esa barrera protectora natural que constituye la melanina, viéndose totalmente desprotegidos frente al sol, y expuestos a mayores posibilidades de sufrir quemaduras y severos problemas en la piel.
La clave del bronceado está en la manera en que nos expongamos a los rayos ultravioleta, tanto los UV-B de onda corta como los UV-A de onda larga del sol. Los rayos UV-B contienen más energía, hacen aumentar la producción de melanina de nuestro cuerpo y conducen a un engrosamiento de la capa córnea de la piel que actúa de protector antisolar natural. Por otro lado, los rayos UV-A no penetran tan profundamente en la piel y son los que realmente nos broncean cuando estos, junto con el oxígeno que llega a las células cutáneas a través de la sangre,  matizan la melanina. Así pues, el secreto del bronceado se encuentra en la interacción de los rayos UV-A y UV-B y en cómo nosotros controlemos el tiempo de exposición al sol y la manera de exponernos a ellos.

Sabiendo que los rayos UV-A son responsables de un bronceado rápido y visible, y que los rayos UV-B se encargan de que el bronceado sea intenso y duradero, hay que proceder a protegernos adecuadamente para conseguir el moreno que deseamos.
No basta con la melanina en sí misma como sistema protector, ni con la capa de ozono, cada vez más dañada por la contaminación medioambiental.

Cuando hay una sobreexposición a los rayos UV, llega un punto en que las células no  pueden absorber esta radiación, lo que ocasiona enrojecimiento y quemaduras en la piel. Por eso, lo ideal es empezar con pequeñas exposiciones regulares al sol para dar al organismo el tiempo que requiere para producir las cantidades necesarias de melanina, y así poder protegerse a la vez que se va oscureciendo la piel. Cuanta más melanina tengamos en el organismo, más morena será la piel y menor será el riesgo de quemaduras o problemas futuros.

jueves, 1 de agosto de 2013

PIERNAS PERFECTAS CON LA CREMA IDEAL



Piernas perfectas? Te proponemos dos opciones distintas.

Elige la crema ideal, efecto frío o calor, de la mano de unos componentes únicos para alcanzar los beneficios que buscas, al tiempo que hidratas y nutres tu piel.
Con la correcta regeneración celular ayudaremos a eliminar imperfecciones cutáneas, ya sean estrías, celulitis, sequedad… Permitiremos que la dermis se renueve y luciremos una piel tersa y sana.

Para ello es necesario emplear la crema que más se ajuste a tus necesidades, por lo que vamos a hablaros de dos buenas alternativas a las que podéis acudir si queréis los mejores resultados.
Existen infinidad de productos de belleza que aseguran alcanzar resultados inmejorables en muy pocos días. Falso. ¿Lo dudabais?
Lo que sí es cierto es que algunos de ellos cuentan con la concentración correcta de una serie de componentes que sí que inducen a tu organismo a fabricar de manera natural distintos elementos necesarios para una correcta regeneración y mejora de la piel.
Algunos de ellos simplemente se valen de ser marcas conocidas para elevar los precios desorbitadamente, pero puedes encontrar cremas perfectas e incluso más efectivas en espacios profesionales, como puede ser tu centro de estética  habitual.

Si cuentas con problemas circulatorios y retienes líquido, seguramente te haya ocasionado celulitis, varices, piernas cansadas o hinchazón.
Por tanto, tu crema ideal debe ser efecto frío
, con un triple efecto: anti celulítico, reafirmante y relajante de piernas.

Además, para un efecto visible tras su uso periódico, deberá estar hecha a base de: guaranina (cafeína y teobromina) que ejercerá una acción queratolítica sobre los nódulos de grasa, provocando una disminución de los mismos, extracto de té verde, extracto de viña roja, extracto de ginkgo biloba, extracto de centella asiática (con un efecto totalmente reafirmante y antiestrías), extracto de hiedra (descongestivo y regulador de la circulación), y extracto de fucus (un alga con alto porcentaje de yodo).

Si tu problema tiene que ver mayormente con la grasa o la celulitis, tu crema es la de efecto calor, cuya fórmula favorece la combustión de las grasas y reduce los nódulos adiposos, al tiempo que con ello mejora la circulación y produce un efecto reafirmante.
Su concentración ideal debe contener al menos varios de los siguientes componentes, por no decir todos: centella asiática con la que estimular el crecimiento celular y la formación de las células de colágeno, a la vez que proporciona efecto reafirmante y antiestrías. , L- carnitina para favorecer la combustión de las grasas, cafeína para conseguir una acción queratolítica sobre los nódulos de grasa provocando una disminución de los mismos, extractos de hiedra (descongestivo y regulador de la circulación), de acebo (con acción anticelulítica y antiedematosa con la que bajar la inflamación de los nódulos linfáticos que provocan la celulitis), y fucus.

Se puede decir que esta sería una de las concentraciones más completas que puedes encontrar en el mercado.
El efecto se potenciará enormemente si aplicas dicha crema o gel 2 veces al día, pero si tu economía no te lo permite, con una sola vez y un ligero masaje con el que hacer penetrar mejor el producto bastará.
Evidentemente es imprescindible una correcta alimentación y beber mucha agua para alcanzar el efecto deseado, no nos van a caer del cielo resultados espectaculares si nuestra alimentación es a base de grasas y azúcares, entre otras cosas.

Un 70% aproximadamente de nuestro cuerpo es agua, pero tan solo el 20% de esta se encuentra en nuestra dermis y epidermis. El agua es responsable de la tonicidad y elasticidad de la piel. El clima, el estrés y distintos agentes internos hacen que el beber agua no sea suficiente, por lo que se requiere de la aplicaciñón de dichas cremas para mantener un equilibrio cutáneo y restaurar los mecanismos naturales de hidratación que se ven retardados por el envejecimiento celular.

Por tanto, se hacen imprescindibles estos productos específicos que aumenten el manto hídrico sobre la dermis, que activen la circulación del agua entre célula y célula de la epidermis, y que retengan y fijen dicho agua en la capa córnea adoptando su función de barrera natural.