El bronceado es un
sistema de defensa de la piel. Cuando los rayos del sol o de aparatología
artificial (como el solarium) inciden directamente sobre nosotros, nuestro
organismo responde con una sustancia llamada "melanina", que
reacciona y se constituye en una barrera dérmica (en la piel) que evita que esa
radiación penetre mas allá y cause mayor
daño, lo que hace que nuestra piel vaya cogiendo color progresivamente conforme
nos vayamos exponiendo a dichas radiaciones.
Esto
explica, por ejemplo, que las personas de áreas tropicales tengan la piel más
oscura que la de áreas sub-tropicales o polares, por la diferente exposición
que tienen a la radiación solar, y la necesidad de mantenerse protegidos de la
misma.
La
melanina es
producida por los melanocitos en la capa basal de la epidermis, donde
transforman el aminoácido tirosina en esta sustancia pigmentante.
El
proceso de formación de la melanina se denomina melanogénesis, y se produce en
el estrato más profundo de la epidermis y en las células de la matriz del
folículo pilosebáceo.
La
producción de melanina se estimula cuando la radiación ultravioleta (rayos UV) daña
nuestro ADN celular; es decir, cuando nuestra piel se expone al sol o a aparatología
bronceadora.
Su
trabajo es el de absorber los rayos UV, produciéndose una reacción química que
oscurece la piel. Las propiedades químicas de la melanina la hacen un fotoprotector
muy eficiente. Absorbe la radiación ultravioleta nociva y transforma la energía
en calor inofensivo a través de un proceso llamado “conversión interna
ultrarrápida”.
En
los humanos la melanina se encuentra en la piel, el pelo o en el iris del ojo,
entre otros lugares. Y aunque, generalmente, todos poseen concentraciones
similares de melanocitos en su piel, se producen variaciones en algunos
individuos y entre los diferentes grupos étnicos. En este último caso, la
genética interfiere pronunciadamente, confiriendo una mayor o menor
concentración de melanina en la piel. Una persona blanca produce melanina en
escasa cantidad, mientras que en una persona de raza negra, los melanocitos se
dedican a producir grandes cantidades.
Algunos
individuos carecen de melanina (albinismo)o poseen concentraciones mínimas de
ella, lo que hace que estas personas no dispongan de esa barrera protectora natural
que constituye la melanina, viéndose totalmente desprotegidos frente al sol, y
expuestos a mayores posibilidades de sufrir quemaduras y severos problemas en
la piel.
La clave del bronceado está en la manera en que
nos expongamos a los rayos ultravioleta, tanto los UV-B de onda corta como los
UV-A de onda larga del sol. Los rayos UV-B contienen más energía, hacen
aumentar la producción de melanina de nuestro cuerpo y conducen a un
engrosamiento de la capa córnea de la piel que actúa de protector antisolar
natural. Por otro lado, los rayos UV-A no penetran tan profundamente en la piel
y son los que realmente nos broncean cuando estos, junto con el oxígeno que
llega a las células cutáneas a través de la sangre, matizan la melanina. Así pues, el secreto del
bronceado se encuentra en la interacción de los rayos UV-A y UV-B y en cómo
nosotros controlemos el tiempo de exposición al sol y la manera de exponernos a
ellos.
Sabiendo que los rayos UV-A son responsables de un bronceado rápido y visible, y que los rayos UV-B se encargan de que el bronceado sea intenso y duradero, hay que proceder a protegernos adecuadamente para conseguir el moreno que deseamos.
Sabiendo que los rayos UV-A son responsables de un bronceado rápido y visible, y que los rayos UV-B se encargan de que el bronceado sea intenso y duradero, hay que proceder a protegernos adecuadamente para conseguir el moreno que deseamos.
No
basta con la melanina en sí misma como sistema protector, ni con la capa de
ozono, cada vez más dañada por la contaminación medioambiental.
Cuando hay una sobreexposición a los rayos UV, llega un punto en que las células no pueden absorber esta radiación, lo que ocasiona enrojecimiento y quemaduras en la piel. Por eso, lo ideal es empezar con pequeñas exposiciones regulares al sol para dar al organismo el tiempo que requiere para producir las cantidades necesarias de melanina, y así poder protegerse a la vez que se va oscureciendo la piel. Cuanta más melanina tengamos en el organismo, más morena será la piel y menor será el riesgo de quemaduras o problemas futuros.
Cuando hay una sobreexposición a los rayos UV, llega un punto en que las células no pueden absorber esta radiación, lo que ocasiona enrojecimiento y quemaduras en la piel. Por eso, lo ideal es empezar con pequeñas exposiciones regulares al sol para dar al organismo el tiempo que requiere para producir las cantidades necesarias de melanina, y así poder protegerse a la vez que se va oscureciendo la piel. Cuanta más melanina tengamos en el organismo, más morena será la piel y menor será el riesgo de quemaduras o problemas futuros.